Hace ya seis meses de aquella festiva marcha reivindicativa en la calles de Madrid, compartida con miles de ciudadanos venidos de tantos pueblos y ciudades de la España interior, de esa España rural, lenta y silenciosamente vaciada.
Hoy, aquí, en la plaza de mi pueblo o a las puertas del Ayuntamiento o al pie mismo de nuestro lugar de trabajo, volvemos a juntarnos de nuevo, no para unir nuestra voz airada y firme sino aunar nuestro silencio, el silencio de sorianos que, junto al silencio de miles de ciudadanos en veintitrés provincias españolas, debe resonar como un eco sereno y claro en el aire limpio de España.
Gobierno de España, Gobierno de la Junta y Castilla y León, instituciones públicas y agentes sociales de la provincia de Soria, escuchad nuestro silencio, un silencio portador de un mensaje cargado a la vez de desazón y de esperanza: ¡Queremos un verdadero Pacto de Estado contra la despoblación, contra la desvertebración territorial de España y contra la creciente desigualdad de oportunidades entre ciudadanos españoles!
El momento de las buenas intenciones, de las promesas vanas, de las acciones que sólo viven en el papel, ha quedado definitivamente atrás. Ahora le corresponde al Gobierno de España y a los Gobiernos Autonómicos diseñar y desarrollar una verdadera estrategia a favor de la España Vaciada; con actuaciones bien definidas, con presupuestos suficientes y plazos bien marcados y a salvo de los vaivenes políticos de carácter partidista.
Paramos para no parar. Nos callamos para que se nos oiga mejor.
Nuestras son las palabras del poeta Antonio Machado: nosotros somos la voz de la España de la rabia y de la idea. Somos la rabia serena de una España vaciada, que se desangra ante el olvido y la indiferencia de quienes debieran ser sus principales valedores. Pero somos también la idea de una España vital, esencial/fundamental, de alma inconformista y brava que, harta de promesas incumplidas, pide la palabra y quiere ser escuchada.
Somos la encina que abriga el desolado páramo, el firme roble que no se curva, el chopo que verdea las amables riberas, el pinar interminable que no maldice del silencio, somos, amigo Antonio, como tu viejo “olmo hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido”
Porque somos, la renacida esperanza de un pueblo vivo. Y porque Soria TIENE FUTURO